La lectura alimenta el espíritu y le permite descansar del verdadero estudio. No es bueno limitarse a escribir, como no es bueno contentarse con leer; lo primero cansa y agota las fuerzas: lo segundo las disuelve y diluye. Es preciso que ambos ejercicios alternen combinados, sirviendo de correctivo el uno al otro. Lo que de la lectura se ha recogido, se utiliza en la composición. (LXXXIV)
Cartas a Lucilio, Séneca.
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